Me separo de él, como si quisiese ser libre, él ya no sonríe.
-Sophie... no, ¿verdad?- Asiento con la cabeza y apoyo mi cabeza en su hombro.
-Eres mi mejor amigo, nada más, no siento eso...- Le contesto entre sollozos.
Veo su cara en mi mente, dibujada, precisamente no es una cara de alegría, si no de dolor. De dolor porque sé como es mi mejor amigo, al que conozco desde hace quince años. No quiero decirle nada, sólo quiero dejarle solo. Con su pequeño dolor, que no entiendo, pero supongo que él sí.
-Sophie Skyes, vengo a informarle del progreso en la UCI de su padre, el señor David Skyes está progresando con mejoras. Después vendrá el médico a informarle a informarle con detalle. Buenas tardes.- Hace una leve pausa y se va. Nunca había oído que a mi padre le llamasen David, así que me parece raro, siempre me pregunté por qué tiene un apellido tan inglés si él es español. Pues el otro día me dí cuenta de que el abuelo paterno de mi padre era Inglés, de Londres, y por eso se llama David con pronunciación inglesa y no española. Una razón: Su abuelo se llamaba así.
Después de esa noticia me vuelvo a sentar a esperar, saco el teléfono, que al rato se apaga por falta de batería.
-Mierda de vida.- Farfullo por lo bajo.
A las cinco llega el médico Sloan, sólo dice lo mismo que la enfermera pero con términos más "profesionales" en fin, cosas de doctores. Cojo mis cosas y sin poder despedirme de mi padre salgo de la habitación. Mi madre ya se había ido hace tiempo y mi hermana también. Sólo quedábamos Brandon y yo. Él venía a mi casa, mientras yo me preparaba para la fiesta. Empezaba a las seis y media, así que tenía una hora y media.
Llegamos a casa, mi madre y mi hermana quedaron en que hoy no dormirían en casa, si no en el hospital, ya que hoy como es mi cumpleaños, lo celebro en casa después de la playa. Subo a mi habitación dando saltitos. Saco el vestido que ya me había comprado con Alejandra y las sandalias y accesorios. Entro en el baño y me quedo allí un buen rato, cuando salgo de allí ya son las seis. Así que, cogemos las llaves del coche y nos metemos dentro. Pongo la radio y cada canción me motiva más que la anterior, hasta llegar a el punto de gritar como una loca. Brandon se ríe sin sentido, ¿tan graciosa soy cuando me motivo? Puede. Llegamos a la playa cuando todavía no hay nadie... o eso pensaba.
Toda la gente se abalanza sobre mi, desde detrás de toallas o arbustos. Chiflados. Ya están en bikini, ui, que rápidos. Pienso. Me deshago de mi vestido y sandalias y sin pensármelo dos veces me meto en el agua. Me paso la tarde entre risas, y mas risas. Es genial desconectar cuando lo estas pasando tan mal. Dicen que las personas que mejor se hacen sentir, son las que por dentro están muertas. Eso es lo que le suelo contestar cuando Natalie me dice que tengo una autoestima fuera de lo normal, que le encanta que siempre este así de "contenta" o que puedo gustarle a quien me de la gana. Cuando en realidad lo hago, para intentar sentirme bien conmigo misma.
-¡HORA DE LOS REGALOS!- Exclaman Poppy, que está agarrada a Justin, por lo visto mi primo ha vuelto y por lo visto ellos también. Flipo. Y Nicole, que como de costumbre está tirando papelitos por toda la playa.
Suspiro y no me puedo dejar de reír, salgo del agua y me seco, me sientan en el suelo y Natalie se acerca.
-Toma mejor amiga.- Se agacha, puesto que no me dejan moverme, y me entrega una caja casi tan grande como las que se utilizan para meter ropa de una estación cuando estás en otra. Extiende sus brazos y la cojo con las dos manos, ella se sienta a mi lado y la abro. Una sonrisa ilumina mi cara.
-Oh dios, Nat.- Le contesto al ver mi regalo. Dos entradas para el concierto de One Direction en Vancouver. Está adornado con miles de caramelos y fotos por todos los lados. Las lágrimas cubren mis ojos. Le abrazo y sonrío.- Vendrás conmigo, ¿no?- Le digo entre sollozos y risas.
-Ome no, aquí me voy a quedar yo sin verles.- Dice ella riendo.
Se levanta y dejo la caja entre mis piernas. El que se acerca a mí, sonríe. Y me extiende un pequeño sobre. Se sienta a mi lado. Una foto, una foto que para mí significa millones.
-Tú estas mal...- Digo llorando.
-No, no estoy mal, te quiero Sophie. Y ya no sé como demostrártelo, te quiero, más que a nada y más que a nadie. Me pasé ese día diciéndote que eras mía. Es tu mejor amigo, y lo comprendo... s...- Antes de que siga, me acerco y le beso.
-Yo también lo siento, ¿vale?, te quiero Alex, mucho.- Un segundo beso llega, un beso que quiero que se haga eterno, que nunca se acabe. Le quiero. Es él, no Brandon.
A continuación me entrega un pendiente, ya que en una oreja tengo una dilatación y en la otra tengo tres cuatro agujeros, tres abajo y otro en el cartílago. Es una letra, la "A", de Alex. Me la coloco en uno de los agujeros de abajo y sonrío. Me besa y se levanta.
Así uno tras otro. Hasta que Justin me regala otro tipo de cosas locas, como una canción y una guitarra.
-¿Y qué hago yo con una guitarra si no sé tocar?- Le pregunto riendo.
Él arquea una ceja, ya tiene una respuesta.
-Hay una cosa que se llama profesor, estoy libre los martes y jueves por la tarde antes de que tu tengas que ir a Ballet.- Me contesta inocentemente. Reímos a carcajadas.
-Que sutil eres, primo.
Nicole y Poppy me regalan un CD de momentos juntas y un par de pantalones y de camisetas. Ián me regala un marco con un collage dentro de fotos de todo el grupo. Y por fin llega el momento que hemos esperado, Brandon se acerca.
-Toma tu regalo.- Dice sonriendo, se sienta a mi lado y me pasa la mano por el hombro. Abro la bolsa impacientemente.
-¡ENSERIO, NO ENSERIO, TÚ QUIERES QUE ME DE ALGO, ¿NO? COMO SE PUEDE SER TAN MALA PERSONA.- Digo entre gritos y risas. Es una cazadora de Los Ángeles, como la de los jugadores de Fútbol solo que a nosotras no nos las dan, porque somos chicas... El entrenador, que es gilipollas. Encima tiene mi número de la suerte por detrás, el número 3, y la "C" por delante en una esquinita. Es azul y camel.
Por un momento lo olvido todo y solo intento pensar en mí, pensar en mi cumpleaños, en mi día.