Los días en Los Ángeles pasan muy rápido, quizás demasiado. Mañana volveremos a casa. Mientras hago la maleta pienso en como ha sido conocer a Max, pasarlo genial con mis amigas y disfrutar olvidándome de todo. La puerta suena.
-¡Pasa!- Grito
-Soph, ya tengo mi maleta echa, ¿hoy a dónde iremos?- Me pregunta desde el otro lado Alejandra.
-De fiesta, nena, es el último día.- Consigo decir riendo.
Salgo de la habitación y le pego levemente en la cabeza, bajamos las escaleras de la pequeña casa riendonos, pero pronto las risas cesan.
-¡NATALIE!- Me agacho al suelo y le sacudo, pero es inútil, no responde.- ¡LLAMA A UNA AMBULANCIA, ESTÁ INCONSCIENTE!- Grito a Alejandra mientras ella sigue temblando.- Natalie, despierta, vamos, quédate.- Al rato pican a la puerta y veo a dos hombres con camilla asomar por la pequeña entrada.
-¿Qué ocurrió, señoritas?- Me pregunta un hombre aparentemente mayor.
-Bajábamos de hacer las maletas y ella estaba aquí, no sé que le ha pasado, pero hace cosa de un año ella sufrió una coma que derivó en una amnesia leve.- Le expliqué con mis mejores conocimientos al Médico.
-¡Marc! Nos la llevamos al hospital.- Grita el hombre.
Ale está nerviosa, le hago coger su chaqueta y su móvil y subir rápidamente a la ambulancia.
-Va a morir.- Balbucea nerviosa, mientras yo, sin saber que hacer le abrazo.- Es fuerte.- Respondo.
En el hospital se la llevan a planta, pruebas y horas en una sala esperando. Es lo que nos espera.
-Cancelaré los billetes de avión.- Le oigo decir a Alejandra por lo bajo.
-Está bien, voy a por cafés, si nos avisan de algo te lo diré en cuanto vuelvas de a fuera.- Le abrazo y se amiga se marcha marcando el número de teléfono.
Dos horas más tarde, el médico sale de la zona en la que mi mejor amiga está ingresada.
-Verá su amiga tiene indicios de violencia agresiva.- La cara del hombre no es una fuente de buenas noticias.
-¿Cómo puede ser posible? Que yo sepa, antes de que bajásemos sólo estaba en la casa Max ...- Pestañeo y aprieto los puños.- Él... hace dos días se mostró agresivo conmigo, porque no hice lo que él quiso, no me tocó pero se mostró muy agresivo, doctor. Igual él...- Consigo decir sollozando.
-Avisaré a la policía.- Da media vuelta y se va.- ¡Ah! Y señorita Skyes, estas son las pertenencias de su amiga, igual las quiere tener mientras siga ingresada.- Me entrega una bolsa.- Enseguida le informarán.
Abro la bolsa que sólo contiene un pintalabios rosa, una foto y su móvil. Miro la foto, somos las dos... ella y yo en la playa...
-Oh Natalie.- sollozo.
-¡SOPHIE! ¿Ocurrió algo?- Me abraza Alejandra.
-Sí, tu hermana, mi amiga, está aquí porque alguien le agredió agresivamente. Y ese alguien tiene la pinta de ser Max.- Le digo con las manos en la cara.
-No puede ser... No puede ser... Max. Que venga aquí, no sale vivo...- Dice con menos fuerza que una ola ya ha roto bien adentro del mar. Le abrazo, esperando noticias pero lo único que encontramos es un silencio demasiado prolongado.
-Señoritas Skyes y Cornell quería comunicaros que hay que intervenir, Natalie tiene un coagulo y dicho coagulo ha desarrollado una hemorragia. Si no intervenimos ahora mismo, la perderemos.- Nos tiende unos papeles.- El consentimiento.
Alejandra firma, y se los devuelve.- ¿Cuánto tardaréis?- Pregunta tartamudeando.
-En cinco horas, podréis dormir.- Da media vuelta, deja los papeles en el mostrador y sale corriendo hacia quirófano.
-Duérmete, Sophie, mañana será otro día, todo saldrá bien.- Me dice Alejandra con voz tranquilizadora y me abraza.- Buenas Noches.- Sonríe y yo noto como me voy quedando dormida.
Veo una luz muy fuerte, y en ella se encuentra mi padre. Corro hacia él.
-¡PAPÁ!- Le grito
Él abre sus brazos y me lanza por los aires.
-He esperado tanto tiempo, Sophie. Tanto tiempo para poder cogerte el cuello otra vez.- Sonríe.- Pero no grites, no podemos.
-¿Quienes no pueden papá?- Le pregunto extrañada.
-Nosotros, hija, los que estamos a este "lado".
-¿Qué dices papá?
-Se enfadará si gritamos, nos hará daño.
-¿Quién?
-Él.
Despierto sobresaltada.
- ¿Sophie? ¿Estás bien?- Me pregunta Alejandra.
-Sí sí, ¿Nat?-
-Reposando, la operación fue bien.
-¿Cuándo podremos ir a verla? Tengo ganas de ver como está.
-No lo sé, Sophie.
-Señoritas, en media hora Natalie pasará por planta y en una hora aproximadamente la podréis visitar.- Nos informa una enfermera aparentemente joven.
-Muchas gracias.- Respondemos las dos a la vez.
-¿Me despertarás cuando llegue?
-Sí, duerme tranquila, es un día largo.
Veo a mi padre, otra vez, a lo lejos. Corro y le abrazo.
-Sophie, ¡vete!
-No, papá, no te voy a dejar aquí.
-Se va a enfadar Sophie, nos hará daño.
-¿QUIÉN PAPÁ? Dime quien narices te hace esto.- Grito.
-Él, Sophie, ya no hay nada que hacer.- Señala a un hombre extraño que se haya detrás de mí.
-¡Sophie! Nos está mirando todo el mundo, para ya de gritar.- La voz nerviosa de Alejandra me hace dejar de llorar, y secar el sudor de mi frente.
-Lo siento... de veras.- Les digo a todos.
Un pitido.
Habitación 404.
Habitación de Natalia.
Tarde.
Es tarde.